Escultura Sovereign Woman
La obra Sovereign Woman es una pieza única que nace en el torno alfarero y evoluciona posteriormente mediante la técnica de modelado, un proceso que permite modelar, perfeccionar y dotar de carácter único a la pieza. La superficie combina acabados naturales de barro negro con engobe blanco, esmalte y vidrio, que acentúan los contrastes de textura y materia.
El cuerpo robusto, voluptuoso y fuerte remite a los cánones de belleza del Renacimiento, época en la que las formas amplias eran símbolo de abundancia, fertilidad y estatus social elevado. Esta elección sitúa a la figura como un icono de poder y prestigio, pero también abre la puerta a cuestionar las limitaciones que esos mismos ideales imponían sobre la mujer.
Un gran collar —lujoso, brillante, aparente joya real— adorna el torso. Sin embargo, al acercarse, la pieza revela que no se trata de piedras preciosas, sino de tentáculos de pulpo: un adorno que, más que embellecer, aprisiona. Esta dualidad denuncia cómo la apariencia, la vestimenta y los códigos sociales han funcionado históricamente como cadenas invisibles para las mujeres, limitando su conducta y su libertad.
El barro negro refuerza este mensaje introduciendo una incoherencia intencionada: en los siglos pasados, la idea de una reina de piel negra era impensable. Este contraste visibiliza no solo la exclusión racial y estética de la historia, sino también las limitaciones mentales y culturales que aún persisten.
En conjunto, Sovereign Woman es un manifiesto en barro que dialoga entre pasado y presente: una pieza que revisita la figura femenina idealizada al tiempo que denuncia las estructuras de poder que todavía hoy condicionan los cuerpos y libertades de las mujeres.
La obra Sovereign Woman es una pieza única que nace en el torno alfarero y evoluciona posteriormente mediante la técnica de modelado, un proceso que permite modelar, perfeccionar y dotar de carácter único a la pieza. La superficie combina acabados naturales de barro negro con engobe blanco, esmalte y vidrio, que acentúan los contrastes de textura y materia.
El cuerpo robusto, voluptuoso y fuerte remite a los cánones de belleza del Renacimiento, época en la que las formas amplias eran símbolo de abundancia, fertilidad y estatus social elevado. Esta elección sitúa a la figura como un icono de poder y prestigio, pero también abre la puerta a cuestionar las limitaciones que esos mismos ideales imponían sobre la mujer.
Un gran collar —lujoso, brillante, aparente joya real— adorna el torso. Sin embargo, al acercarse, la pieza revela que no se trata de piedras preciosas, sino de tentáculos de pulpo: un adorno que, más que embellecer, aprisiona. Esta dualidad denuncia cómo la apariencia, la vestimenta y los códigos sociales han funcionado históricamente como cadenas invisibles para las mujeres, limitando su conducta y su libertad.
El barro negro refuerza este mensaje introduciendo una incoherencia intencionada: en los siglos pasados, la idea de una reina de piel negra era impensable. Este contraste visibiliza no solo la exclusión racial y estética de la historia, sino también las limitaciones mentales y culturales que aún persisten.
En conjunto, Sovereign Woman es un manifiesto en barro que dialoga entre pasado y presente: una pieza que revisita la figura femenina idealizada al tiempo que denuncia las estructuras de poder que todavía hoy condicionan los cuerpos y libertades de las mujeres.